Cuando decimos que "
se nos erizan los pelos" o "
los pelos se nos ponen de punta",
estamos explicando sin querer, un fenómeno realmente interesante,
producido por miedo, irritación y otras emociones intensas. En medicina
se los designa con el nombre de horripilación cutánea o piloerección
generalizada, queriendo significar, con la primera denominación, que
acompaña a una sensación de gran miedo, y a la segunda expresión
se refiere a un mecanismo propio del fenómeno, es decir, al enderezamiento del vello cutáneo.
Cada pelo cutáneo tienen una estructura sumamente interesante y compleja,
originada en un bulbo piloso que asienta por debajo de la
piel en el tejido celular subcutáneo
y del cual nace su particular conformación. Corre luego por una vaina,
cuya cara interna está recubierta por células, llamadas foliculares, y
cuyo trayecto es levemente inclinado a través de toda la capa profunda
de la piel, llamada dermis. En los estratos inferiores de esta capa toma
inserción, alrededor de cada bulbo piloso, un pequeño fascículo de
músculos lisos que, en dirección oblicua y sentido paralelo al pelo, se
dirige hacia la papilas dérmicas, que en los estratos más altos de la
capa se relacionan con la epidermis.
El pequeño músculo descrito, que pertenece al tipo de músculo liso o
involuntario, está inervado por diminutas fibras que pertenecen al
sistema nervioso. Cuando un gran problema emocional repentino impacta al individuo, este
sistema autónomo
entra en estado de alerta y su excitación provoca la contracción de
estos pequeños músculos, con el consiguiente enderezamiento del eje del
pelo, que, a su vez, como tenía dirección ligeramente oblicua, al ser
violentamente impulsado hacia el lado opuesto de la misma, arruga una
pequeñísima superficie de piel, dando las características rugosidades.
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